En la primera parte de éste artículo terminaba diciendo que el independentismo mayoritario no era por motivos identitarios o históricos, sino que se trataba de que “hace años que tenemos un estado que va en contra del pueblo catalán”. Para empezar, me corrijo a mi mismo. No porque no sea cierto, sino porqué expresado así, puede dar lugar a malinterpretaciones. Lo cambio por “pues se trata de que ya hace años que tenemos un estado que va en contra de la gente. Y queremos un estado que vaya a favor. De eso se trata”. Porque no es exclusivo de los catalanes lo de tener un estado en contra.
Para defender mi afirmación os contaré un par de hechos concretos.
El primero se sitúa el 22 de octubre de 2014 cuando el gobierno español suspendió, mediante el Tribunal Constitucional, el decreto ley de pobreza energética aprobado por el Parlament de Catalunya en diciembre de 2013. Dicho decreto permitía que durante los meses de invierno no se pudiera cortar la luz, agua o gas a las familias que no pudieran pagar las facturas. Estoy muy a favor del decreto. Si se rescatan bancos, ¿por qué no rescatar personas? Que ni eso, porque el decreto no anulaba el pago de las facturas, sino que solo lo aplazaba.